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Las alergias vienen de dentro, no de fuera
19 abril 2014


Un megaestudio sobre los anticuerpos de 10.000 personas de EE UU ha dado una sorpresa a los alergólogos al revelar que la proporción de personas alérgicas es la misma en cualquier zona del país, lo único que varía es la sustancia que cada una rechaza. ¿La predisposición importa más que la exposición? De confirmarse, los médicos tendrían que revisar algunas terapias. 

La intuición llevaría a pensar que en zonas con mayor cantidad de polen se producen más alergias. Pues no es así. El censo más amplio realizado hasta la fecha, con una muestra de 10.000 personas repartidas por toda la geografía estadounidense a quienes se les midieron anticuerpos de 19 alérgenos diferentes, establece que la prevalencia de alergias en mayores de cinco años es la misma en cualquier región de EE UU.

“Este fue el resultado más inesperado del estudio”, explica a Sinc Darryl Zeldin, líder del trabajo y director del Instituto Nacional de Salud Ambiental del NIH. “Imaginábamos que en unas zonas la población sufriría más alergias que en otras. En cambio, la prevalencia [proporción de individuos con ese problema en un periodo determinado] es prácticamente idéntica a lo largo de EE UU, cosa que nos hace pensar que lo importante no son los factores externos, sino los internos”.

“Es un dato verdaderamente interesante”, opina Josep Maria Antó, director del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental de Barcelona y coordinador del proyecto europeo MeDall destinado a entender los mecanismos de aparición de las alergias. “Desde hace diez años sospechamos que no son tanto el resultado de una exposición a alérgenos específicos, sino más bien una predisposición previa que se manifiesta cuando hay exposición. El estudio apoya esta hipótesis”, apunta Antó, que no está involucrado en la investigación. 

Los investigadores estadounidenses han confirmado que el tipo de alergia sí es diferente en una región u otra. Por ejemplo, en la costa este hay más alergias a sustancias propias de interiores, como pelo de gato o ácaros del polvo, y en la costa oeste a sustancias de exteriores, como hierbas o polen.

Pero el hecho de que la prevalencia final sea tan similar indica que “si alguien tiene predisposición a sufrir alergias, va a reaccionar ante lo que encuentre en su ambiente, ya sea polen, cucarachas, comida o pelos de gato. Lo importante no es a qué te expongas, sino la sensibilidad de tu sistema inmunitario a sobrerreaccionar”, sentencia Zeldin.

“Y también nos hace pensar que los factores genéticos pueden ser más determinantes y generales de lo que creíamos”, añade este médico e investigador. La gente se hace alérgica antes de la exposición, no después.

La Europa del norte es más alérgica que la mediterránea

Josep María Antó matiza que “una cosa son los datos y otra las interpretaciones”, y cita estudios a escala europea y mundial en los que sí se observa variación en la prevalencia de las alergias. “Tanto en países industrializados como en el mundo en desarrollo hay más alergias en las ciudades que en las áreas rurales. Esto está bien establecido. Y, si miramos dentro de Europa, vemos que los países nórdicos sufren más alergias que los mediterráneos. Pero, ciertamente, todavía desconocemos las causas y mecanismos”.

Cuando una persona es alérgica a una sustancia, su sistema inmunitario se defiende de manera exagerada ante lo que considera una amenaza, produciendo inmunoglobulina E (IgE), que produce la reacción alérgica. Por eso, para detectar alergias, se miden en sangre los niveles de distintas variantes de la IgE.  

Antó destaca que el estudio estadounidense haya analizado la presencia en sangre de 19 anticuerpos IgE diferentes, mientras que de momento los estudios europeos han utilizado solo entre 5 y 7. “No me sorprendería que si ampliáramos el número de sensibilidades medidas observáramos también más homogeneidad en Europa”.

Resulta obvio que en la aparición de alergias intervienen factores ambientales como el exceso de higiene, la contaminación y la obesidad. Los niños que van a guarderías desarrollan menos alergias que los criados en casa.

Por su mayor exposición a gérmenes desde pequeños, los que tienen hermanos también sufren menos alergias que los hijos únicos. Y en un estudio realizado en zonas rurales de Austria y Alemania se observó que la exposición a endotoxinas bacterianas procedentes del ganado generaba una notable protección frente alergias. 

“Cuanto más sucio está el ambiente en que te crías, menos riesgo de alergias tendrás”, establece Zeldin, quien acaba de publicar otro estudio demostrando que la exposición a altos niveles de NO2 y partículas en ciudades contaminadas incrementa la cantidad de alergias.  

El ambiente en el que una persona se desarrolla modula el sistema inmunitario para hacerlo más resistente o frágil ante las alergias. Pero el nuevo paradigma indica que genes y ambiente pueden terminar configurando un organismo susceptible de manera genérica a las alergias, que después reaccionará ante el contacto con alérgenos.

No habría genes o sensibilización inicial a sustancias específicas, sino mecanismos más generales que harían a una persona alérgica o no. La predisposición sería más importante que la exposición. “Si tras más investigaciones confirmamos que esto es así, nos tocará replantear algunas terapias basadas en evitar la exposición”, apunta el Dr. Antó.

¿Cada vez menos alergias?

Un aspecto interesante derivado del trabajo de Darryl Zeldin es que el aumento de alergias en las últimas décadas puede haberse detenido. Los especialistas en alergias están bastante convencidos de que, seguramente por la hipótesis de la higiene, el número de alergias en países desarrollados ha estado creciendo de manera constante desde los años 70.

“Pero no tenemos datos precisos para demostrarlo, porque los test cutáneos con los que se medían las alergias hace 30 o 40 años no eran tan precisos como los análisis de IgE en sangre que hacemos en la actualidad”, explica Zeldin.

Para solucionar esto, investigadores del Instituto Nacional de Salud Ambiental del NIH están recogiendo muestras de sangre de antiguos estudios guardadas durante décadas, en las que quieren analizar la concentración de IgE. “Lo que nos parece estar observando es que efectivamente hubo un gran aumento, pero que en los últimos años se ha estabilizado”, concluye.

“Podría ser que hubiéramos llegado a cierta saturación poblacional en la prevalencia de alergias. Esto encajaría en la hipótesis de que hay mecanismos más genéricos. No todo el mundo es susceptible a todo”, confirma Antó.
 
 

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Un nuevo test genético es capaz de detectar 552 enfermedades hereditarias

9 Abril 2014

Científicos del Instituto Valenciano de Infertilidad han diseñado una prueba de análisis genético que reconoce en los progenitores alrededor de 600 mutaciones causantes de dolencias. El objetivo del test es reducir el riesgo de transmisión de aquellas enfermedades originadas por un solo gen. 

Investigadores del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) han desarrollado un nuevo test de compatibilidad genética (CGT, por sus siglas en inglés) con el que se pueden identificar, antes del embarazo, 552 mutaciones causantes de patologías.

“En la actualidad las enfermedades ocasionadas por la alteración de genes concretos están presentes en uno de cada 300 recién nacidos. Con este nuevo test CGT, nuestro objetivo es reducir de forma significativa el riesgo de una pareja de tener descendencia con alguna enfermedad genética”, explica Antonio Requena, director médico del IVI.

Los científicos aclaran que todo individuo sano es portador de entre 6 y 15 alteraciones genéticas. Estas pueden producir enfermedades autosómicas dominantes, en las que es necesario que una de las dos copias de un gen heredadas esté alterada para que se manifieste la enfermedad, o bien enfermedades autosómicas recesivas, en las que es imprescindible que estén alteradas las dos copias del gen.

Este CGT incluye el cribado de todas las mutaciones recomendadas por los colegios profesionales de ginecología y genética. Entre ellas, las más frecuentes son la fibrosis quística, la atrofia muscular espinal y la poliquistosis renal autosómica recesiva.

“Saber qué alteraciones presenta cada miembro de la pareja, identificar las mutaciones dominantes y las recesivas, reduce el riesgo de tener un hijo enfermo. El uso de estas pruebas contribuye a mermar las alteraciones en los descendientes de uno de cada 300 recién nacidos a uno de cada 30.000 y 40.000”, indica Requena.
El procedimiento consiste en una sencilla extracción de sangre de los progenitores que permite describir la secuencia de ADN de los genes posiblemente alterados mediante la técnica PCR (reacción en cadena de la polimerasa, por sus siglas en inglés).

Por último, se realiza un análisis bioinformático de los resultados de secuenciación, con el posterior filtrado de todas las variantes encontradas que determinará los candidatos a mutaciones.

El CGT en la reproducción asistida

Así, los científicos señalan que el test CGT debe ser contextualizado en casos de pacientes de reproducción asistida en función del tratamiento que éstos reciban, “ya que no se procede de la misma forma cuando se trata de gametos propios (células sexuales) que en la donación”.

En el primer caso, la pareja que dé positivo para un mismo gen tendrá la opción de recurrir al diagnóstico genético preimplantacional (DGP), antes de la implantación del embrión, para conseguir que el bebé nazca libre de enfermedades hereditarias.

“El test CGT permite analizar múltiples genes o mutaciones de forma simultánea y, por primera vez, es posible establecer programas de cribado para un gran número de enfermedades causadas por un solo gen. Podemos prevenir la aparición de una enfermedad, tanto en embarazos concebidos normalmente como en aquellos gestados mediante técnicas de reproducción asistida”, concluye el especialista.
 

“Inteligencia Artificial” y la Biomedicina

No escatimar en disponer y utilizar recursos cuando una situación límite se hace presente no es poca cosa. Sin embargo, como sucede muchas veces, parece que es el destino de muchos recursos ser sucedáneos de la necesidad. Quizá podamos aprender, y ser más inteligentes a la hora de arriesgar y gestionar los recursos técnicos y científicos disponibles, antes de que los echemos de menos.
 
En estos últimos años de pandemias, el hombre ha sido no sólo testigo sino también protagonista de las consecuencias e implicancias de lo que hay en el fondo de nuestras aparentes y engañosas “seguridades y autosuficiencias” en materia Sanitaria (y no sólo de “emergencia”) con todos los recursos con los cuales subsiste. Hemos podido contemplar con lágrimas e impotencia un planeta más indefenso y pobre de lo que se podía esperar. No ignoramos que el escenario geopolítico y económico fue minando muchos Sistemas de Salud, incluso aquellos que parecían más consistentes han sido puestos en “jaque mate”, tras estos años de peste, en los que la prevención y el control no han podido ejercerse en medio del caos.
 
Siempre la necesidad ha sido una gran maestra, ha ayudado a desenmascarar más de una miseria, pero no sólo miserias. La necesidad en tiempo de crisis puede ser el impulso definitivo de los sistemas de supervivencia adormilados o tímidos. Por eso -aunque estas líneas llegan con retraso- hemos de darle formalmente la bienvenida a la INTELIGENCIA ARTIFICIAL (IA) al mundo de las Ciencias Biomédicas, en todas las etapas de sus quehaceres. Parecería que ¡hasta con rostro más amigable! la IA ha salido formalmente del “closet” de “la investigación y el desarrollo” y se ha adentrado menos prejuiciosamente, en la coadyuvancia para la detección, el diagnóstico e, incluso, los tratamientos clínicos de las diferentes enfermedades, pero no ya desde los orígenes accesibles a la mente humana, sino contando ahora con la obra de su obra: la IA. De este modo, desde las condiciones mismas en las que la salud humana está en riesgo. En efecto, pareciera que hemos aprendido que escatimar en el uso y disposición de recursos biotecnológicos al servicio de la preservación de la vida humana no es beneficio, antes bien, es entorpecer el progreso de la “IH” (Inteligencia Humana) capaz de hacerse de una IA capaz de dominar el elenco inimaginable de variables en medio de las constantes de un mundo que, cada vez más, está siendo envenenado -directa o indirectamente- por quienes deberían cuidarlo para estarse en él un poco más a salvo.
 
Por eso, queremos darle la pendiente y merecida bienvenida a todos los recursos biomédicos que desde hace años están al servicio de tantos profesionales, docentes e investigadores que, día tras día, desde sus laboratorios y aulas, y con todas las potencialidades de sus inteligencias humanas y generosidad de sus corazones humanos, realizan sus más o menos modestas contribuciones (con sus ideas, experimentos y todo tipo de esfuerzos) a lo que es -hoy por hoy- la argamasa de “nuestra IA” de mañana.
 
¡GRACIAS por seguir confiando en nosotros!


prof. Pablo H. Bonafina.